En el territorio chileno aún existen espacios que, pese a su larga historia, están detrás un limbo geográfico o casi ausentes de la memoria colectiva. Zonas marginalizadas por los cambios tecnológicos en el transporte o el fin de los grandes ciclos mineros.
En la Región de Coquimbo, una de estas zonas es la Olla de Caldera, una enorme comunidad agrícola de 1.200 kilómetros cuadrados ubicada al norte del Valle del Elqui, caracterizada por relieves de áridas serranías, quebradas y llanuras en altura. Este vasto espacio geográfico fue el escenario de extraordinarios acontecimientos y procesos humanos: fue un paisaje cruzado por los senderos y huellas coloniales superpuestos al aún más antiguo Camino del Inca; en el siglo XIX la extracción de plata en Arqueros, Rodeito, Condoriaco y Quitana dinamizó al sector de El Romero en La Serena y Marquesa en el Valle del Elqui, siendo uno de los pilares financieros de la última fase de la Independencia chilena; en el siglo XX, el Tren Longitudinal o Longino cruzó estas tierras hacia el norte salitrero por un trazado que, aún hoy, es un alarde de la ingeniería y una proeza de la voluntad por conquistar el agreste territorio entre el Elqui y el Huasco.
Los grandes ciclos mineros se agotaron y luego vino el cierre del ferrocarril, convirtiendo a la Olla de Caldera en un área aislada y con una muy escasa población, percibida como distante e inhóspita, es decir, una Tierra Incógnita, tal como los antiguos cartógrafos definían aquellas zonas del planeta conocidas solo por leyendas y relatos extraordinarios.
Hoy es un territorio casi abandonado por el tiempo y las personas, por lo que este proyecto busca un acercamiento multidisciplinario para su comprensión, intentando abrir una ventana para observarlo y ponerlo en valor. Sean bienvenidos a la Tierra Incógnita.